ENTREVISTA A CARLOS GABRIEL ARIAS SÁNCHEZ

 

Germán Martínez López: Estamos aquí, en el Palacio de Congresos de Granada, en la Conferencia nº47 de la IDRS, con Carlos Gabriel Arias Sánchez, que es fagotista profesional y toca en la Orquesta de la Plata, en Argentina, ¿no?

 

Carlos Gabriel: Sí señor, en la Orquesta Estable del Teatro Argentino de la Ciudad de la Plata.

 

G: Muy bien. Queríamos que nos comentases un poco cómo comenzaste tu carrera profesional, por qué escogiste el fagot, qué fue lo que más te llamó la atención y... bueno, empezamos por ahí y luego vamos haciendo más preguntas.

 

CG: Me parece muy bien. Bueno, primero, muchísimas gracias por la invitación, por esta oportunidad de charlar y de dar a conocer mi historia y el trabajo que venimos desarrollando. Comencé a estudiar fagot en Venezuela. Yo nací en Venezuela, en un pueblo que se llama San Felipe, y ahí comencé mis estudios musicales en la orquesta juvenil del pueblo (tuve un maravilloso profesor, que se llama Ramón Merchán y que es un gran formador) y luego quise moverme a una ciudad más grande y comenzar estudios universitarios relacionados con la música. Yo, para ese momento, ya había decidido dedicarme a la música y ser músico. Comencé a estudiar con el que fue mi maestro durante varios años, Andrés Riera, quien me dio la oportunidad de desarrollarme a un nivel que me permitió audicionar y ser aceptado en una universidad en los EEUU, en Massachusetts.

 

G: Sí, y tengo entendido que allí, en Latinoamérica, es más difícil acceder a los estudios musicales que aquí en Europa, ¿no?

 

CG: Sí, bueno, ahí vamos a tener que hacer un pequeño viaje. Después de estar en los EEUU estudiando me casé. Los padres de mi esposa vivían en Argentina y decidimos ir a visitarles. Lo que comenzó con una visita se transformó en una decisión de quedarnos a vivir en Argentina. Eso me llevó a enseñar en Argentina, a comenzar a desarrollar mi carrera profesional en Argentina, y a darme cuenta de que es diferente la situación que se vive en Venezuela con el sistema de orquestas mundialmente reconocido en comparación con el resto de Latinoamérica. No es tan fácil llegar a tener un instrumento, no es tan popular... Y poco a poco me fui dando cuenta de que existía un espacio para poder trabajar en el desarrollo, en la difusión del estudio del fagot y de la música en general.

 

G: Y aquí es donde nos vas a hablar sobre el proyecto que hemos estado comentando antes de hacer esta entrevista, ¿no?

 

CG: Sí, tenemos un proyecto que se llama “Los Fagotistas, Academia Itinerante”. La academia se dedica a promover y fomentar el estudio del fagot. Nosotros estimulamos a jóvenes que están interesados en estudiar música y que utilizan el fagot como una herramienta para que puedan desarrollarse a su máximo potencial. Para eso desarrollamos una serie de actividades: encuentros anuales, encuentros que pueden ser de fines de seamana en los que podemos desarrollar actividades como taller de construcción de cañas, interpretación técnica... Nuestra idea es que los jóvenes fagotistas puedan desarrollarse a su máximo potencial y que no sufran lo que tal vez pasaba en tiempos anteriores, donde no había herramientas ni recursos para poder desarrollarse.

 

G: ¿Qué vistas de futuro tienes con respecto a este proyecto? Tenéis una página web también, ¿no?

 

CG: Sí, tenemos website, tenemos cuenta de Instagram, canal de Youtube, página de Facebook... Nuestro objetivo con la página es ser un sitio de referencia, de consulta, para fagotistas en América Latina. Hemos tenido muy buena recepción en Perú, en Bolivia, en Argentina... Y es muy gratificante cuando haces algo con mucho esfuerzo, tienes un hermoso equipo de trabajo que hace todo por el placer de hacer algo que pueda contribuir al desarrollo de otras personas, que sea bien recibido, que la gente se sorprenda. Yo me encontré con gente aquí, en Granada, en concreto con una fagotista de Barcelona, y cuando le hablo del sitio me dice que ella está siguiendo la página de Facebook y que ya conoce el trabajo. Fue emocionante ver cómo trasciende fronteras y cómo el trabajo está siendo observado por personas en todo el mundo.

 

G: Y para posibles personas que estén escuchando este podcast y que estén interesadas en el proyecto, ¿qué instrucciones les darías?

 

CG: Que se comuniquen con nosotros a través del mail que está en la página o a través de nuestra cuenta de Facebook o Instagram. La manera de colaborar, si hay un músico que quiera hacer aporte de material, nosotros podemos subirlo a la página para que esté disponible de forma totalmente gratuita para todos los estudiantes de fagot que ingresen en la página. Nuestro objetivo es poder hacer llegar material, hacer llegar música, recursos, tips, clases, todo lo relacionado con el fagot, de forma gratuita para todo el que esté interesado.

 

G: ¿También instrumentos musicales?

 

CG: Nuestra meta final es crear un banco de instrumentos musicales. Para ello, comenzamos a investigar este año sobre cuestiones gubernamentales en Argentina, de préstamos, créditos... Pero desgraciadamente son muy costosos los instrumentos en América Latina, debido a los altos impuestos y la logística. Entonces, es bastante complicado, pero no es imposible y nosotros vamos a seguir trabajando en ello. Y el objetivo es crear un banco de instrumentos para que las personas puedan acceder de una forma más sencilla a un instrumento para poder estudiar, para poder practicar y desarrollarse en este fantástico mundo del fagot, si es que escogen el fagot como herramienta para acercarse a la música.

 

G: Claro. Y ahora que comentas lo de escoger el fagot como herramienta para acercarse a la música, ¿por qué escogiste tú el fagot?

 

CG: Mi historia fue un poco accidentada, y son esas cuestiones en las que, cuando te toca, aunque intentes escapar, si ese es tu destino te va a tocar en algún momento. Yo tocaba el clarinete en la orquesta juvenil de mi pueblo natal, allá en San Felipe. Yo tenía 11-12 años. Estuve un tiempo tocando en la orquesta y me invitaron a tocar el fagot. Yo tocaba el clarinete bajo, yo era el más grande, éramos tres clarinetistas y yo era el más grandote, con lo que podía tocar el clarinete bajo. Y en ese momento, en los años 90, se creía que era importante el tamaño de la mano para poder tocar los instrumentos. Por suerte, en esta época estamos derribando todos esos estereotipos. En la actualidad, en el trabajo que vengo desarrollando, tenemos jóvenes estudiantes desde los 7 años (momento en el que cambian la dentadura, para que el agarre de la caña no sea un potencial problema en el futuro. Una vez que tienen la dentadura nueva, los dientes del frente, comienzan a tocar fagot, así que tenemos chavales tocando el fagot desde los 7-8 años), pero en mi época ese no era el caso. Solo tocaban el fagot los chavales grandes, altos, con la mano grande. Y así fue coomo me invitaron a tocar el fagot. Yo no quería al principio porque, por supuesto, como yo llevaba años tocando el clarinete, tenía un desarrollo técnico que me permitía hacer cosas, y el fagot era un camino diferente con el que volver a empezar. Pero, por suerte, y gracias a mi profesor, Ramón Merchán, me lo hizo muy fácil, muy sencillo, muy cómodo y la transición fue muy placentera. De hecho, tan solo un par de meses después de empezar a tocar el fagot, acabé tocando en la misma orquesta en la que yo había tocado el clarinete, con mis compañeros. Recuerdo que había un pasaje que tenía un Si natural grave y, como no sabía tocarlo, yo ahí hacía un silencio. Estábamos tocando “Sensemayá”, una obra de Silvestre Revueltas, que tenía un solo para dos fagotes que se iban alternando entre sí, y cuando tocaba el segundo fagot, era Si natural grave. Y uno trata de sacar lo mejor de la situación, y aquello era un estímulo, quería tocar con mis compañeros, poder alcanzar ese objetivo y seguir tocando con los que eran mis compañeros cuando yo había tocado el clarinete. Así que mi historia fue un poco accidentada, pero por suerte, las generaciones siguientes y las venideras van a poder tener algo menos traumático. Y es parte del trabajo que tenemos que hacer nosotros: facilitar, hacer llegar las oportunidades a todos los chicos que se interesen por el instrumento, presentar el instrumento, darlo a conocer... Tal vez no todos lleguen a ser fagotistas cuando sean adultos, pero el hecho de haber pasado por la formación artística me parece que puede ayudar mucho a su desarrollo humano y hasta a su comportamiento como ser social. Creemos que cada persona que ha tenido formación artística (especialmente en el fagot, porque es lo que yo manejo) se desarrolla de esta manera. Nosotros hacemos mucho énfasis en el trabajo en equipo, cooperativismo, en que cada persona puede ser parte de un proyecto desde donde puede dar lo mejor para ello. No es la masificación por la masificación en sí misma. Somos todos con un objetivo en común, cada uno aportando su granito de arena para poder alcanzarlo. Entonces pasan cosas como jóvenes que tocan en un ensemble de fagotistas avanzados y, apenas terminan, los avanzados salen corriendo a ser el apoyo de los fagotistas de nivel intermedio. Y al mismo momento puede haber alguno que se vaya con los más chiquitos. Nosotros lo llamamos “rueditas”. Cuando los chicos aprendían a montar en bici, al menos en mi pueblo, se les ponían unas rueditas a modo de estabilizadores.

 

G: Sí, sí, aquí en España también las tenemos.

 

CG: Entonces nosotros tenemos el sistema de las rueditas, que es que, cuando alguien está comenzando a encarar un desafío nuevo (que para un joven fagotista puede ser una nota, la emisión del sonido o la cosa más pequeña, pero que para él puede suponer un desafío), nosotros lo protegemos con estas rueditas que funcionan de esta manera: algún compañero con más experiencia va a tocar a su lado, dejándolo experimentar, pero en el momento en el que él sienta que necesita aportarle alguna guía puede tocar. Entonces se generan lindos equipos de trabajo. Hay algunas fotos, que tal vez podamos compartir, en las que aparecen chicos tocando, pero a la vez otros que no lo están haciendo, y la explicación es que ellos están ahí para resguardar el proceso de su compañero. Y es importante cuando esas cosas pasan, porque ellos deciden hacerlo y no es necesario que nosotros estemos, porque ven que es una manera de que todos puedan colaborar con todos.

 

G: Eso está muy bien, no solo porque haya una colaboración entre unos y otros, sino porque en esto la gente se puede entrenar en el campo de la pedagogía ya desde edades muy tempranas. Porque, al fin y al cabo, cuando somos profesores tenemos que hacer precisamente eso: supervisar el trabajo de otro desde un nivel superior. Es decir, somos su Zona de Desarrollo Próximo. Encuentro esto bastante interesante porque creo que esto puede dar pie a entrenar a muy buenos profesores de aquí a un futuro.

 

CG: Totalmente. Dijiste la “Zona de Desarrollo Próximo”. Cuando se habla de “andamiaje social”, esto es un andamiaje fagotístico para proteger el desarrollo de cada chaval. Tenemos que comenzar a tomar palabras relacionadas con el desarrollo evolutivo de los chicos. Para mí es muy importante y, repito, mi maestro Matthieu Luggiero, con quien estudié en EEUU, me dijo alguna vez que “la enseñanza no existe, existe el aprendizaje”, que él no me enseñaba a mí, sino que él me ayudaba a mí a aprender fagot. Y esa frase fue muy importante para mí porque, en el momento en el que entendí que el proceso de aprendizaje es desde el alumno al profesor, y que la responsabilidad del profesor es garantizar un entorno potable para su desarrollo, ahí uno se da cuenta de que el alumno puede tomar cualquier dirección, y el profesor debe estar preparado para eso. No es solamente “yo ten enseño por este camino”, sino “eres libre de ir por donde quieras, yo te acompaño, yo te voy a ir cubriendo y respaldando, aconsejando...”. Es muy importante el consejo, pero es muy importante y los profesores tenemos que permitir que los alumnos se desarrollen en el área... Y desde ahí, desde su fortaleza, tenemos que comenzar a trabajar los puntos en los que no son tan fuertes. La palabra “debilidad” no está en mi diccionario, la palabra “no se puede” no está en mi diccionario. Y para mis alumnos, decir “es muy difícil” es imposible. Es muy interesante ver cómo, cuando hay algún alumno nuevo y dice “es muy difícil”, sus compañeros le corrigen y le dicen “no, no es muy difícil. Todavía no te lo sabes”. Y es una manera distinta de ver el proceso de aprendizaje de cada alumno.

 

G: Bueno, por último, además de en la página web, ¿dónde podemos encontrarte?

 

CG: Nosotros hacemos encuentros dentro de Buenos Aires, podéis encontrarnos en nuestra web, en la página de Facebook “Los Fagotistas”, en Instagram “Los Fagotistas Academia” y nuestra dirección de mail losfagotistas@gmail.com. Cualquier consulta o idea será bienvenida. Estamos en constante crecimiento y creemos que cualquier aporte puede ser beneficioso, ya sea una idea o lo que sea, lo vamos a recibir con mucho cariño.

 

G: Perfecto, Carlos Gabriel. Pues muchas gracias por esta entrevista. Esperamos que a los oyentes les haya resultado muy interesante todo lo que nos ha contado.

 

CG: Gracias. Si me permites me gustaría dar agradecimientos al maestro Terry. Quería dejar dicho que la página 2reed.net ha sido un sitio de referencia en mi formación, y ha sido uno de los ejemplos a seguir en el momento en que comenzamos a desarrollar nuestra página. Así que me gustaría pensar que todo lo que tenemos en la página de Los Fagotistas es consecuencia del trabajo de 2reed.net. Así que quería agradecer al maestro Terry, agradecerte por la entrevista, y, ¡sigamos disfrutando del congreso!

 

G: Claro que sí. Para los que no lo sepan, la página 2reed.net se encuentra en proceso de traducción al español, material que puede ser de ayuda, en especial para gente de Latinoamérica. Así que estamos en contacto y podemos colaborar unos con otros para sacar esto adelante.

 

CG: Ojalá las personas copien esta idea y que se multipliquen las páginas, los instrumentos ofertados, los profesores... Que se multiplique la idea.

 

G: Pues nada, muchísimas gracias, Carlos Gabriel.

 

CG: Muchísimas gracias por la invitación.

 

G: Un placer.

 

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